SEXY 6/9
“A la mierda el pasado. No me gustan ni los recuerdos”, dice Mayté Flores. Por eso lo suyo queda por delante y lejos, donde sea que habite la fama internacional. A Mayté Flores, alcanzar las nubes le sienta bien.
“…light of my life,
fire of my loins”
(Vladimir Nabokov)
Mayté Flores se quita el pantalón. Está frente a mí y, luego, se quita la blusa y pasea desnuda por la habitación. Le miro de reojo el culo, siento que la vista se me nubla un poco. Mayté Flores está desnuda frente a mí y yo estoy frente al cuerpo más poderoso del país. Trago saliva.
La más reconocida vedette boliviana llegó a la sede de Gobierno con una intensa agenda de negocios: concretar la compra de bienes inmuebles, asegurar la inauguración de su night club en La Paz y grabar sus siguientes canciones en ritmo de perreo. Es imparable.
Mayté Flores ha inspirado controversia y morbosa fascinación desde su aparición hace años en las tribunas de la Copa América, cuando su figura robó cámaras y atención de propios y extraños. Desde entonces cada crítica -moral o mediática- solo acrecentó cual levadura, su fama.
“Me encanta generar plata” es la frase que más repite en el encuentro de dos horas en que esta periodista sudó frío viendo el escote del vestido de esa diosa desinhibida de pechos encarcelados en diminutas prendas.
“Me encanta generar plata” es la frase que más repite en el encuentro de dos horas en que esta periodista sudó frío viendo el escote del vestido de esa diosa desinhibida de pechos encarcelados en diminutas prendas.
Es joven. De hecho, mucho más joven de lo que aparenta tras esa imagen de empoderamiento sensual. Tiene 24 años y ya es dueña de cinco night clubs en el eje central del país, dos cuya apertura será pronto, en Cochabamba y La Paz respectivamente.
“Uno de mis sueños es tener discotecas night club en toda Bolivia”, y no está lejos: en Santa Cruz ya son muy populares La Condesa Night Club y 69, de propiedad de Flores. La Mansión Beishu será la sucursal cochabambina y Beishu con Altura se abrirá en La Paz, luego de superar el escenario de cuarentena y pandemia que este momento asola al país. “Beishu con Altura estará abierto 24 horas y con una oferta que no se ha visto antes en ningún otro boliche de estas características en el país”, adelanta.
“La característica principal de mis night clubs es que a cada persona que nos visita la tratamos increíble, se lo mima, se le da ‘cortesías’ (bebidas gratis). Cliente que va, no quiere salir ni a palazos”, expresa sin tapujos, honesta forma de hablar.
“La característica principal de mis night clubs es que a cada persona que nos visita la tratamos increíble, se lo mima, se le da ‘cortesías’ (bebidas gratis). Cliente que va, no quiere salir ni a palazos”
Es una empresaria neta, no queda duda. Es firme, soberbia, clara en sus planteamientos, filias y fobias. Ha sabido mercantilizar bien la imagen de hembra sensual y voluptuosa ante la jauría jadeante de machos, machos que no la imaginarían lapidando: “No me preguntes del pasado, a mí no me gusta el pasado, a la mierda el pasado, no me gustan ni los recuerdos”.
“No me preguntes del pasado, a mí no me gusta el pasado, a la mierda el pasado, no me gustan ni los recuerdos”.
Pero no se puede hablar del emporio que representa Mayté Flores sin remitirnos a ese pasado que comenzó a construirse hace nueve años, cuando ella tenía apenas 15. Entonces, vivía en un barrio alejado de Santa Cruz, abandonado de todo resquicio urbano y suelto de la mano de Dios. Un día cualquiera, tuvo una epifanía: “No voy a pasar más hambre. No me voy a morir pobre”. Y ese fue el inicio.
“A los 15 años me volví comerciante, vendía productos Avon, Zermat; estudiaba toda la mañana y trabajaba en la tarde”. Estudiante promedio, destacada en deportes, advirtió que las ganancias de esos iniciales negocios no eran suficientes para cubrir las carencias que vivía su entorno: “Nací bella, pero pobre. No me quiero morir pobre”, dijo.
“Nací bella, pero pobre. No me quiero morir pobre”
Era un miércoles cuando tomó la decisión que cambiaría su vida. Para llevarla a cabo, faltó al colegio: “ese día más bien fui al sauna, al gimnasio, a la peluquería y me compré ropa. Y fui a mi primera cita de trabajo en una agencia de modelos. Tuve que comprarme unos tacangos para verme alta, yo era peladita (niña)”.
No es difícil imaginar a esa Mayté adolescente probando las palabras con el temple que hoy tiene: “Les dije ‘quiero ser modelo y no tengo vergüenza, puedo hacer todo’”. Y lo hizo: comenzó siendo la joven imagen de calendario de marca de una distribuidora de motos, luego, de una marca de pinturas y así su imagen fue ganando contundencia. Y su precio, facturando cada vez más alto.
Desde entonces hasta el segundo en que las cámaras de canales internacionales se percataron de su imponente presencia en un partido de fútbol, no pasó mucho, excepto sus ganancias: “No me siento realizada, mis planes son a nivel global. Admiro a JLo como artista, como empresaria, como latina y hasta ahí apunto, ahí voy a llegar”, lo dice y se dice con firmeza.
“No me siento realizada, mis planes son a nivel global. Admiro a JLo como artista, como empresaria, como latina y hasta ahí apunto, ahí voy a llegar”, lo dice y se dice con firmeza.
Pero “La Flowers”, como ella misma se denomina, además es un personaje muy vinculado a la beneficencia, aspecto que no difunde por sus redes, a diferencia de sus otras actividades. En su primera jornada de estadía en La Paz, visitó orfanatos y ancianatos donde repartió 3.500 implementos de bioseguridad, entre barbijos y trajes.
“No me gusta lucrar con las carencias o desgracias de los demás”; y no miente: una y otra vez fue vista en diferentes capítulos trágicos apoyando calladamente a la población, tal es el caso de sus muchos aportes a las familias que padecieron un derrumbe en La Paz, en 2019, ya sea con alimentos o con vituallas. En esos casos siempre aparece, tarde o temprano, con la mano extendida y dejando atrás a la diva encaramada sobre 12 centímetros de tacón. Con el pelo recogido, ropa sencilla y sin maquillaje, carga bolsas, cocina, ayuda.
Tal vez sus carencias tempranas pulieron su solidaridad actual. Y tal vez son esas carencias las que germinaron la ambición clara y rotunda que hoy la vedette enarbola: “Yo no he logrado nada aún, mi éxito va a ser internacional”, repite.
“Yo no he logrado nada aún, mi éxito va a ser internacional”, repite.
Entre sus objetivos pendientes están llegar a ser millonaria, descollar en la política boliviana y claro: posicionar en rankings internacionales sus éxitos musicales a ritmo de reggaetón. Quiere ser una estrella latina. De hecho, mientras conversamos, la acompaña su amigo y compositor Steve Bravo.
Mayté no suele estar sola y sus ambiciones son respaldadas por la numerosa familia que tiene. Aún viven sus cuatro abuelos, tiene sobrinos por doquier y ambos padres celebran sus logros. Es más, no tiene reparos en presentar en las redes a su mamá, quien alaba constantemente la belleza de Mayté.
“La Flowers” es agradecida y lo dice todo el tiempo. Agradece a su entorno por haberla hecho como la hizo. Reconoce la paciencia y sensatez de sus padres que vieron el efecto mediático de su hija y lo que representa: la mujer sensual más polémica del país.
Y en cuanto al amor: “no hay una relación que aguante, no puedo mostrar las nalgas si estoy en pareja. Además, no me gusta depender de nadie. No soy floja, sino me casaría con un sugar daddy, o el primer narco”, se sincera la diva. “Soy cariñosa, pero me controlo…”.
“…Además, no me gusta depender de nadie. No soy floja, sino me casaría con un sugar daddy, o el primer narco”,
Entonces vuelve a agradecer su historia con cariño y humildad. Agradece a sus seguidores y a sus amigos. Hay algunos que permanecen a su lado 24 horas al día, pendientes de que nada esté fuera de lo planificado por Mayté y que exhiba la belleza a la que acostumbró a su público. Junto a ella está su compinche y estilista Vanny Lorena Méndez, quien asume con naturalidad la hiperactividad de la vedette, sus hábitos y su desnudez.
Ya al terminar nuestro encuentro, le lanzo un piropo: “Eres impactante”, digo. Ella me pregunta: “¿Te gustan las mujeres también?”, respondo que me encantan. “¿Como pa’ coger?”, indaga. Corto la grabación, la miro fijo y le digo: “Si esta entrevista no fue mejor, me disculpo, tu pezón asomando por el escote lo es todo”.