Para abortar, primero hay que coger, ¡imbécil! (Perdón por mi francés)
Recostadas en una camilla, con las piernas abiertas y un médico -o muchos- con nuestra vida literalmente en sus manos, y en su gesto todo el patriarcado, las mujeres vivimos a diario esa violencia de mandil blanco. Ilustración de Olivia Frade Llevaba sangrando todo febrero y parte de marzo, sin parar. Preferí fingir que no…